Los dulces sueños de toda la vida se van rompiendo lentamente, suavemente, y quedamos mirando con ojos del ayer aquel horizonte, de aquella tarde llena de esperanzas, llena de buenos deseos, llena de todo lo que hoy está tan lejos.
Conocemos gente, nuevos enemigos y amores, pero nos damos cuenta que
habíamos perdido la mayor parte de nuestros ideales, de nuestra fuerza de voluntad, de nuestra inocencia y deseamos tanto, pero tanto darle a esa persona todo lo que alguna vez pudimos haberlo hecho y sin embargo nos conocimos tarde, sí... muy tarde, en tiempos de decadencia, de agonía, de una simple y cruda lucha por sobrevivir y por no ver morir a los nuestros y a nosotros mismos tan temprano.
domingo, 20 de diciembre de 2009
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